martes, 28 de julio de 2009

Reencuentro y despedida

- Mira Ivana, la bandera del Perú!!!

Ella alza la mirada y sonríe ampliamente, luego me mira para que yo también sonría con ella. Al parecer la bandera flameante en la entrada de la casa es algo que le gusta mucho. Y considerando que en estas fechas todas las casas tienen su banderita, Ivana anda feliz con tan bonito espectáculo. No hay caso, mi hija habrá nacido en Chile pero es más peruana que la papa a la huancaína igual que su mamá.

Y caigo en cuenta que desde el 2003 no pasaba Fiestas Patrias en mi país.Y es que estando fuera sientes más estas fechas. Cuando estaba en Santiago, 28 de julio era una fecha que siempre me ponía nostálgica aunque siempre estaba el plus de ir a la fiesta de la embajada (cómo habrá salido este año??). Ahora ya en mi país, el 28 de julio es eso: El 28 de julio, o sea feriado (largaaaaaaaaaazo 5 días!!) y claro que está todo el tema de “tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz” pero ya no con pena ni nostalgia sino con alegría. Viva el Perú señores.

Siempre imaginé que en caso de regresar al Perú el volver a adaptarme iba a ser difícil. Pero realmente no lo fue tanto. Quitando el trauma inicial de enfrentarme al siempre caótico tráfico limeño (desde que llegué no he vuelto a manejar un auto) y el no reconocer a personas a las que no veía hace 6 años, no ha estado tan difícil la adaptación. Es que es mi país pues.

Me he reencontrado con mi país, con mi ciudad y me han acogido con los brazos abiertos. Regresé cual hija pródiga a sentirlo todo, a vivirlo todo y a comérmelo todo también. Ahora si me quiero tomar una Inca Kola o comerme un Sublime sólo voy a cualquier kiosco, bodega, supermercado, tienda, etc, y ahí van a estar. Lo máximo no??? Ahora aprecio más estos pequeños placeres de la vida, con decirles que hasta la música de los Hermanos Yaipén me vacila.

Ahora me abrazo a mi tierra para no soltarla jamás, ahora la valoro más, ahora la amo más. Y esto me lleva a otro punto…

Te debo una gran disculpa, ciudad de Santiago de Chile. He sido sumamente maleducada. Me fui sin despedirme y eso no se hace. Mas aún si tú mal que bien me acogiste durante varios años. Siempre pensé que si llegara el día en que tuviéramos que despedirnos lo haría a lo grande. Pero no fue así. Me fui rapidito, sin pensarlo mucho y por la puerta falsa por si fuera poco. No te dediqué ni un gracias, ni una última mirada, ni un último pensamiento.

Por eso ahora recién me despido, y te imagino después de la lluvia, con tu hermosa cordillera vestida de blanco y tu cielo azul. Pero no se compara al cielo gris de mi Lima que tanto amo. Nunca se comparó… nunca. Eres una ciudad hermosa pero que nunca sentí mía, porque yo tampoco fui tuya. Te quise muchas veces, te odié otras tantas, pero tú no tienes la culpa, tú simplemente estuviste ahí como escenario de mis muchas tristezas y mis pocas alegrías…

No sé si algún día volvamos a vernos, por el momento no me hace falta, de repente de acá a unos años Ivana quiere conocer la ciudad donde nació y ahí nos veremos las caras de nuevo. Y vas a ver que voy a ser una persona distinta a la que conociste… ya lo soy. En cambio tú seguirás siendo la misma ciudad hermosa que nunca supe entender y siempre sentí tan fría y tan lejana. Me despido diciéndote adiós Santiago querido, como la cueca, siempre te voy a recordar.

Y a mi Perú: TE AMO, tú y yo sí nos comprendemos no???

Felices Fiestas Patrias!

domingo, 26 de julio de 2009

Back

Bueno, creo que ya es hora de sacar mi plumero y limpiar las telarañas a este blog que anda más abandonado el pobre…

Hoy me levanté con ganas de escribir, unas ganas que hace tiempo no tenía. Debe ser que en estos meses me he ido guardando todo para mí, que ya hasta había olvidado el poder terapéutico que tiene el poder sacar las cosas para afuera, hablarlas o escribirlas. Es como ver las cosas desde otra perspectiva.

Haciendo un brief de mi vida en estos últimos meses, estoy en Lima desde comienzos de año (por si algún despistado no se dio cuenta). Mi llegada no fue todo lo feliz que yo pudiera haber imaginado en mis antiguos sueños locos e imposibles de retorno al país. No, no fue para nada feliz, fue complicada, fue triste y también un poquito dolorosa… pero poquito nomás.

Pero llegué con dos angelitos a mi lado. Mi primer ángel, mi hija preciosa, de 4 meses en ese entonces, quien fue mi principal motivación, fuerza y motor para seguir adelante sin mirar para atrás, sin pensar, sin sentir. Cuando bajé del avión y puse un pie en mi Lima querida, de vuelta y esta vez para siempre, supe que de ahora en adelante seríamos ella y yo y nadie más. Tomé la determinación a partir de ese momento de pensar sólo en mí y en mi hija, y en hacer lo que nos beneficie a mí y a mi hija, sin importarme lo que piense el resto del mundo. Me di cuenta que durante toda mi vida siempre pensé primero en los demás y yo me dejé en el último lugar. Supe que tenía que reinventarme, empezar de nuevo y con otra actitud ante la vida, más fuerte, más tranquila y más feliz. Por mí y por ella.

Mi segundo angelito, invisible a mis ojos, fue el que permitió que los astros se alinearan para que a mi llegada las cosas vayan saliendo bien. Súper bien. Conseguí trabajo al tercer día de llegar a Lima. Y no cualquier trabajo. Regresé al querido trabajo que tuve que dejar hace seis años con el dolor de mi corazón por irme a vivir a Chile. Fue simplemente una casualidad que justo a mi regreso estén necesitando una persona que ocupe el puesto que yo dejé hace años??? O fue mi angelito el que con sus delicadas manos cuidó de mí y me dio esta nueva oportunidad??. Quiero creer lo segundo. Después de tantos años de sentirme tan frustrada profesionalmente, tan improductiva y tan buena para nada, el sentirme útil de nuevo fue lo mejor que me ha podido pasar y lo que ha permitido mi rapidísima reinserción en Lima.

Y también tuve la inmensa suerte de conseguir quien cuide de mi hija mientras yo estoy en la oficina. Una persona buenísima, muy conocida y de absoluta confianza que también, vaya casualidad! estaba buscando trabajo a mi llegada. No hay duda que las cosas estaban dadas para que todo salga bien.

Ahora, a casi siete meses de mi retorno creo que recién me puedo dar un tiempo para pensar en todo. Y lo pienso y analizo con bastante cabeza fría y llego a la conclusión que todo fue para mejor. Hace mucho tiempo llevaba una mochila demasiado pesada sobre mis hombros y el haberme quitado esa mochila me ha vuelto más liviana y más fuerte. Sumamente fuerte.

Los meses han pasado y ahora mi hija está próxima a cumplir su primer año. Y vaya año!! Ella no recordará todos los cambios por los que tuvo que pasar desde que nació. Mejor así. Mi objetivo en la vida es que ella crezca feliz, sintiéndose amada, sin que nada la perturbe. Y lo estoy logrando, es una niña preciosa, fuerte, sana y feliz. Y su felicidad es la mía también. Había olvidado lo que es amar a alguien con todas tus fuerzas hasta que Ivana llegó. Gracias a Dios la tengo a ella, y me considero una mujer sumamente afortunada por tener el privilegio de ser su mamá.

No sé que nos deparará el futuro, ni quiero pensarlo tampoco. Todavía sigo viviendo un día a la vez porque he descubierto que esa es la mejor forma de seguir adelante y disfrutar el momento. Sólo sé que hace mucho tiempo no sentía esta serenidad. Será porque ya soy mamá, será porque estoy rodeada de gente que me quiere, será porque al fin alcancé la madurez, será, será, será…

Y en esas estoy, un poco difícil resumir todo lo que he pasado estos meses en un solo post, pero lo esencial está acá. Estoy en Lima, con mi hija, mi perro, mi familia y mi trabajo. Siiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!! Recién ahora que lo veo escrito lo asimilo.

He vuelto (y al blog también).