Todo estaba planificado perfectamente para un super almuerzo italiano que se realizaría el sábado, con motivo de mi cumplemenos y que tendría como invitados especiales a mami y papi que llegarían de Lima esa madrugada.
El destino empezó a confabular en mi contra desde el martes en que pillé un super resfriado que me tenía estordunando cada dos segundos y gastando toneladas de paquetes de kleenex. Para el viernes ya tenía la nariz totalmente irritada de tanto sonarme pero esa fue una desgracia menor realmente. El viernes abrí los ojos a la luz del día y aaaaaaaaaay!!, sentí como si a mi ojo derecho le hubieran clavado mil alfileres al mismo tiempo. Horrible, no podía ni abrir el ojo, me dolía mucho y me lagrimeaba. Tuve que tenerlo cerrado una media hora para que pase un poco la molestia y ahí dejó de fastidiar un poco. Me puse mis lentes de montura porque no me atreví a ponerme los de contacto y saqué el carro con destino al super a abastecerme de material bebestible para la super celebración del día siguiente.
Ni bien salí a la luz del día, el ojo se me volvió a cerrar, así que he tenido que manejar totalmente tuerta al super, y tratando de no ir muy rápido. Ya en la casa empezó la cocinadera para el día siguiente, tenía que hacer pesto y me di cuenta que no tenía suficiente albahaca. Me fui a comprar al minimarket de la esquina y a pesar de que tenía lentes oscuros no soportaba la luz del sol. Llegué a la tienda en calidad de Cuasimodo con los ojos prácticamente cerrados.
Ya de regreso en mi casa, cociné, ordené y limpié la casa con toda la tuertedad encima y llorando por un solo ojo todo el rato. Luego que la casa estuvo lista me tocó el acicalamiento personal. Tenía que teñirme el pelo que ya estaba bastante impresentable y de ahí volar a la manicurista y a la peluquería para estar regia cuando lleguen mis papás.
Me puse el tinte, y me parece que lo dejé un poco más de tiempo del normal, porque cuando me lavé el pelo, quedó de color naranja. Horror de los horrores, quedé roooobia con toques naranjones pero ya era demasiado tarde para solucionarlo. Volé a la peluquería, las peluqueras me dijeron mi vida por haberme dejado el pelo de ese color, y yo entre la tuertedad, mi desastre peluqueril, y el hecho de que sólo tenía en el estómago el té del desayuno porque ni tiempo tuve de almorzar, pensaba que realmente los 34 no habían sido de los mejores años que haya tenido en mi vida y que se estaban despidiendo de una forma como para que nunca en mi vida extrañe haber tenido 34 años.
Llegué a mi casa, seguía tuerta, muerta de hambre, con el pelo naranja pero eso sí bien peinadito. Y recibo una llamada de mi papi a quien en ese momento ya lo imaginaba volando hacia Santiago, diciéndome que su vuelo se iba a retrasar y que llegaban a las 5 de la mañana en el mejor de los casos. Noooooooo, que le pasa a Lan?? esas cosas no se hacen!, porfa Tizia y Ana Lucía, reclamen, muevan sus contactos. Yo ya me imaginaba que iba a celebrar mi cumple sin mis papis y me estaba poniendo muy muy triste, pero lo bueno es que finalmente sí llegaron a las 5 de la mañana gracias a que consiguieron que los pusieran en otro vuelo.
Así que finalmente mi cumple la pasé lindo, el sábado ya no me dolía el ojo y hasta ya me acostumbré al nuevo color de mi pelo. Puede compartir con mis papis, después de muchos cumpleaños sin ellos, el almuerzo quedó riquísimo y mis amigos se divirtieron mucho.
Los 35 empiezan bien, no lo puedo negar. Espero que este sea un buen año. Y a todos aquellos que me enviaron tarjetas o mails saludándome (ustedes saben quienes son) quiero agradecerles muchísimo, me emocionó hasta las lágrimas recibir tanto cariño, de verdad, gracias chicos, se pasaron!
Y para despedirme, algunas imágenes de la vida en estos 35 años.







Cumpleaños 30, con los papis....

A los 35, tomada el día de hoy, con mi papi en el centro...