Sentada frente al mar

Nuevamente en Santiago luego de haber pasado una semana de lo más linda por el sur de Chile, acá les cuento… Partimos el lunes a las 7 y media de la mañana con destino al Km. 1016 de la carretera al sur, la ciudad de Puerto Montt. El viaje tranquilo, no había mucho movimiento en la carretera lo que nos permitió hacer 9 horas de viaje, contando un par de veces que paramos a echar gasolina.

Puerto Montt tiene su encanto, de hecho yo amo las ciudades que están frente al mar (ejem alguien dijo Lima??), y esta ciudad tiene la magia que corresponde a un puerto frente al océano Pacífico. La gente muy amable y la comida muy rica, sobre todo en productos marinos. Probé el curanto, plato típico de la zona, que resultó ser un platazo con choros diferentes tipos de carne y un caldo de mariscos, muy rico realmente. Encontramos un hotel en el centro frente al mar y esa ciudad fue nuestra base central para conocer otros sitios de los alrededores.


Uno de estos sitios fue la hermosísima ciudad de Puerto Varas, a 20 kms de Puerto Montt. Es una ciudad realmente preciosa, a orillas del Lago Llanquihue, un lago tan grande que parece mar. En esta zona hubo mucha inmigración alemana por lo que las construcciones conservan un estilo europeo de lo más lindo… En esta zona también son famosos los dulces alemanes como el kuchen y el strudel, nosotros nos compramos un strudel de manzana que estuvo delicioso.



Cerca de Puerto Varas conocimos la Laguna Verde, que como pueden apreciar en la foto, es realmente verde, y el Volcán Osorno, al que se llega por un camino de lo más complicado, pero una vez arriba vale la pena la hermosa vista que se tiene del Lago Llanquihue.



El tercer día nuestro destino estuvo un poco más lejos, la isla de Chiloé. Para llegar a ella, tienes que tomar un ferry que te cruce a la isla, el viaje dura media hora y puedes ir con auto y todo.


Una vez en Chiloé se siente como si se hubiera llegado a un paraíso natural, el mar, la vegetación, es realmente precioso, creo que Chiloé fue lo que más me gustó del viaje. Esta zona también se caracteriza por tener varias iglesias patrimonio de la humanidad, nosotros pudimos visitar unas tres iglesias del siglo XVIII, re antiguas pero re lindas. Para llegar a na de ellas hubo que manejar una hora aproximadamente por una trochita de barro hasta llegar a una calesita de pescadores con tres casitas alrededor, y ahí estaba la iglesia. Medio fantasma el pueblito, por un momento me sentí en el fin del mundo, considerando que estaba lo más al sur que he estado en mi vida, pero volví a la realidad cuando vi que una de las casitas tenía un letrero que decía Mini Market, ja ja, me dio risa, ese pueblito no tiene ni un camino para llegar pero tiene mini market , pero en fin, lindo el sitio…

Hablando de caminos, debo reconocer que al menos las vías principales son impecables, las carreteras y autopistas están en perfectas condiciones, y tomamos algunos caminos de trocha pero muy pocos realmente, la mayoría estaban asfaltados lo que te permitía llegar rápidamente a cualquier sitio. Me quedé con ganas de conocer más de Chiloé realmente, la isla es demasiado grande para conocerla en un solo día.


El jueves fue el día que estuvimos más en contacto con la naturaleza. Conocimos los Saltos de Petrohué, formado por el río del mismo nombre. Re lindos también miren el color del agua.


Luego estuvimos un ratito en el Lago de Todos los Santos, hermoso realmente, qué no fue hermoso en ese viaje??


Y para terminar fuimos a los Saltos del Calbuco, este sitio todavía está medio inexplorado y para llegar a las cataratas había que hacer una caminata de 45 minutos, así que esa fue mi cuota de ejercicio de la semana.

El viernes nos despedimos de Puerto Montt y viajamos 200 kilómetros hacia el norte rumbo a la ciudad de Valdivia. Muy linda ciudad a orillas del río Calle Calle.

Almorzamos en la cervecería Kunstmann, que es una cerveza buenaza que venden acá en Chile y que es producida en Valdivia. Comimos lo típico de la zona, los crudos. Qué son los crudos?. Pues consiste en dos mitades de pan de molde, con carne molida cruda encima. Ya se que no suena nada apetitoso pero la cosa es echarle bastante limón a la carne, un poco de salsa tártara y encima cebolla y perejil y de verdad que son bien ricos, es una especie de cebiche de carne. Al principio pensé que no me iba a gustar pero realmente son muy ricos.

Valdivia me gustó mucho pero lo que no me gustó para nada fue el clima. En general el clima al sur de Chile es bastante inestable pero creo que Valdivia se lleva las palmas. Podía haber una lluvia torrencial por 5 minutos y de ahí salía un solazo espectacular, entonces yo estaba en el plan de quitarme la casaca y la chalina, volvérmela a poner, y así todo el día, la gente de la zona ya está re acostumbrada pero creo que a mí me costaría lidiar con un clima así.. Fíjense que en la foto estoy abrigadaza porque justo había parado de llover, chequeen el arcoiris detrás.

Para terminar el viaje nos fuimos a comer a uno de los restaurantes más bonitos de Valdivia, La Calesa, que adivinen que??, es peruano!! Buena manera de terminar el viaje encontrar un restaurante peruano tan bonito, elegante y sabroso, tan al sur del mundo. Me comí una corvina a lo macho buenaza!!

Así terminó nuestro viaje por el sur. El sábado temprano salimos para Santiago, tuvimos lluvia todo el camino y llegamos al departamento a las 3 de la tarde para encontrarlo todo inundado, horror!!, se había rajado el tanque del water y el agua se empezó a salir y habían unos lindos charcos de agua en toda la alfombra. Tuvimos que llamar a una compañía de limpieza para que aspiren el agua, pero hasta ahorita la alfombra huele a abombado, puaj. Ni modo, nota mental, la próxima vez que viajemos, cerrar la llave del agua por siaca.