martes, 30 de octubre de 2007

El cambio de país - Segunda parte

A pedido de las multitudes (fuiiiira), acá va la continuación del post anterior. Lo iba a partir en tres partes pero como muchos me han dicho que el post anterior no les pareció largo lo dejé en dos nomás. Advierto entonces que este post SI es kilométrico, ojalá no se me aburran.

Sigamos con la historia entonces:

El último mes y medio que viví en Lima fue demasiado acelerado. Ni bien llegué de Chile con la novedad que había conseguido trabajo y que me iba a vivir a Santiago dos meses antes de lo planeado empezó una vertiginosa carrera contra el tiempo para dejar todo organizado antes de mi partida. Y con todo me refiero a renunciar a mis trabajos y dejar todos los asuntos cerrados, seleccionar y capacitar a la chica que me iba a reemplazar en la oficina, mandar a hacer vestido de novia, lista de invitados para el matri, buscar el lugar donde iba a ser la recepción, escoger recuerdos, flores, sacar partidas de confirmación y bautismo de mi esposo y mías, pelearme con la odiosa secretaria de la iglesia donde me iba a casar etc… O sea todo lo que tenía planificado hacer en tres meses lo hice en la mitad de tiempo. Aparte de los mil trámites que tuve que hacer en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en el Consulado Chileno para viajar con mis papeles en regla. Ese mes y medio ni dormí, quería que el día dure 40 horas y por lo general me acostaba tipo 3 o 4 de la mañana todavía sintiendo que me faltaban cosas por hacer.

Luego de las reuniones de despedida organizadas por la familia y los amigos, finalmente la tarde del 17 de setiembre me vi en el aeropuerto con mis maletas, diciéndole adiós a mi familia, a Lima y a lo que había sido mi vida hasta ese entonces. Fue triste partir, para qué lo voy a negar… pero no quiero shorar escribiendo este post, si quieren saber un poco más, hace tiempo escribí otro post al respecto, bastante depre por cierto.

Llegué a Santiago en la madrugada del jueves 18 de setiembre del 2003 en pleno fin de semana largo por las fiestas patrias chilenas. Todos mis sentimientos estaban entremezclados, por un lado estaba contenta de estar por fin al lado de mi esposo y comenzar nuestra vida juntos, pero por otro lado me moría de pena pensando todo lo que había dejado atrás.

Aproveché el fin de semana para arreglar las pocas cosas que había podido traer en la maleta y como anécdota contaré que toda mi ropa interior la dejé olvidada en Lima. Así es, generalmente cuando hago maletas dejo la ropa interior para el final y trato de acomodarla en los espacios vacíos, dentro de zapatos, etc. Al parecer cuando hice la maleta, debido a que tenía mil cosas en qué pensar olvidé meter la ropa interior que había reservado para el final. Y eso que mis amigas, tías, primas, etc., me habían regalado un montón de ropa interior de lo más fina y sexy, que es lo típico que te regalan cuando te casas, y todo me lo olvidé, sólo tenía el calzón y el sostén con el que había viajado. Horror. Al día siguiente, muy digna yo, usando un calzoncillo de mi esposo (no me quedaba otra, no iba a andar commando por las calles) fui a comprarme la ropa interior más barata que encontré. Y por consiguiente la más matapasiones también, ja, ja! Es que me llegaba comprar ropa bonita cuando tenía tanta en Lima que ni había estrenado.

Bueno pues, el lunes 22 de setiembre a las 9 en punto de la mañana estaba yo en mi nueva oficina, que para maravilla, quedaba a sólo tres cuadras de mi departamento. Ni gastaba en pasajes. Mi primera dificultad a enfrentar fue entender el “chileno”. Ya sé que Perú y Chile son países hispanohablantes pero por un momento sentí que me estaban hablando en algún idioma desconocido. No entendía nada. Los chilenos hablan súper rápido y cortan las palabras, no pronuncian las “s” aparte que usan bastante jerga de la cual no entendía ni michi. Yo por supuesto que ponía mi cara de que estaba entendiendo perfectamente lo que me explicaban pero la verdad es que habré comprendido un 40% y ya me daba roche estar pidiendo a cada rato que repitieran lo que han dicho.

Mi segunda dificultad a enfrentar, fue entender que la sociedad chilena es mucho más cerrada que la peruana. Yo estaba acostumbrada en Lima a llegar a un nuevo trabajo y de hecho encontrar a alguien conocido. El medio en el que me desenvolvía en Lima era muy pequeño, casi todo el mundo se conoce. Y si no, pues al toque te haces amigos y sales a almorzar juntos, etc.

Acá no es tan fácil, yo era la única extranjera en una oficina de 40 chilenos. Había una brasilera también pero vivía en Chile hacía como 15 años y estaba casada con chileno así que ella podría considerarse una chilena más. Yo era la recién llegada, la nuevita, la chica peruana. Todos mis compañeros eran muy amables conmigo, tampoco voy a ser injusta, pero era una amabilidad distante, fría. Llevaba ya dos semanas en la oficina y jamás me incluyeron en un almuerzo, o un cafecito. Claro que yo podría haberme acollerado también y no esperar que me inviten pero me sentía corta de hacerlo. El resultado era que todos los días llegaba llorando a la casa, pensando que todos me odiaban. Mi esposo, quien ya tenía bastante experiencia trabajando con chilenos trataba de convencerme de que les de tiempo para conocerme mejor, "los chilenos no son tan amigueros como los peruanos, se toman un poco más de tiempo en tomarte confianza", me decía. Y realmente tenía razón, poco a poco me fui integrando al grupo y el día en que me pasaron la voz para ir a tomar un café con ellos casi lloro de la emoción.

Sin embargo nunca estuve contenta en ese trabajo, a pesar de llevarme bien con todos mis compañeros. La única tarea que me asignaron cuando llegué era organizar la base de datos comercial de la empresa en unas planillas Excel. Me parecía absurdo, yo estaba acostumbrada a trabajos adrenalínicos 100%, en la oficina en que trabajaba en Lima era la mano derecha del gerente y él me consultaba las decisiones, ¿qué hacía yo llenando planillas Excel?, ¿para eso esperaron que viniera de Lima a trabajar con ellos? ¿No era más fácil contratar a cualquier egresada de una universidad chilena que sería perfectamente capaz de hacer el trabajo que yo estaba haciendo? Realmente estaba muy descontenta, me aburría a morir en mi nueva chamba y eso hacía que extrañara más el haber dejado Lima y el trabajo que me encantaba. Claro, ahora me doy cuenta que no podía pretender llegar a un país extraño y encima exigir que me den un trabajo más de acuerdo con mi capacidad. Allí nadie me conocía, quizá me estaban sometiendo a prueba a ver qué tan bien podía desempeñarme en trabajos simples antes de darme mayores responsabilidades. Y efectivamente así fue, con el pasar de los meses fueron aumentando de a pocos mis responsabilidades y cuando ya me estaba empezando a sentir cómoda en ese trabajo, cerraron mi área y despidieron a varias personas del área comercial, incluyéndome. Buh, en total estuve 10 meses en ese trabajo… Pero me estoy adelantando… regresemos a donde me quedé.

Otra gran dificultad fue la tensión en que vivíamos mi esposo y yo tratando de organizar nuestro matrimonio religioso desde Santiago. Los papás ayudaron bastante ciertamente pero cada decisión que había que tomar desde lejos era motivo de peleas y más peleas. Ambos estábamos bajo mucho stress, tratando de adaptarnos a la ciudad y sobre todo a la convivencia diaria el uno con el otro. El matrimonio y la convivencia es difícil al comienzo, cuesta adaptarse a la forma de vivir de otra persona y si a eso le sumas otros factores como país nuevo, trabajo nuevo, extrañar Lima, etc., el resultado es explosivo. Tuvimos unas cuantas grandes broncas, tanto así que en algún momento pensé en cancelar el matrimonio. Después caí en cuenta que ya estaba casada por civil y que era demasiado tarde para cancelar nada, ja ja! En todo caso yo creo que a la larga estas discusiones nos unieron un poco más. Mi esposo y yo sólo nos teníamos el uno al otro en Chile, en esa época no conocíamos a nadie más, así que no quedaba otra que enfrentar nuestros problemas y solucionarlos juntos. Acá no valía la típica escena melodramática de la recién casada que coge sus maletas y desde la puerta anuncia: “¡Me voy donde mi mamá!”. No pues, mi mamá estaba a kilómetros de distancia y si alguna vez tiré la puerta de la casa fue sólo para ir a sentarme enfurruñada en la banca que había en la puerta de mi edificio porque no conocía a nadie en Santiago donde pudiera refugiarme hasta que se me pase la cólera y tampoco me atrevía a caminar de noche muy lejos de mi departamento porque aún no conocía bien los alrededores.

Fueron súper complicados esos primeros meses viviendo en Santiago, extrañaba mucho a mi familia, mi trabajo… pero me sostenía un poco el hecho de que pronto viajaría a Lima, primero para mi brunch, y dos semanas después para el matrimonio.

El 7 de noviembre por la noche estaba yo en el aeropuerto de Santiago, dispuesta a viajar a Lima ya que al día siguiente a las 11 de la mañana se celebraría el brunch- despedida de soltera tan cariñosamente organizado por mi mamá y mis tías. Todavía estaba tramitando mi residencia temporal en Chile, así que por si las moscas había llevado mi papelito donde se me otorgaba el permiso de trabajo para extranjeros con residencia en trámite. Había llegado tarde al aeropuerto porque cuando estaba en el taxi hubo un apagón general en Santiago (que no había por lo menos hacía 20 años, bien piña yo), y el tráfico estaba fatal.

Cuando llego a la ventanilla de migraciones, al ver mi pasaje Santiago-Lima-Santiago sólo por un fin de semana, la funcionaria me pregunta si yo estaba residiendo en Chile. Al contestarle que sí, me pidió mi formulario de residencia temporal. Yo no entendía qué me estaba pidiendo, pensé que se refería a la tarjeta de trabajo. Ella me aclaró que se trataba de un formulario color celeste que me tendrían que haber dado en extranjería. Cierto, ese formulario estaba bien guardado junto con otros papeles en mi mesa de noche.

- Lo siento señora pero sin ese formulario no va a poder salir del país.

Faltaba media hora para que salga mi vuelo. El mundo se me vino abajo por un momento, pensaba en mi brunch y en toda la gente que me estaría esperando a la mañana siguiente, y yo sin poder salir de Chile. Casi llorando le pedí una solución a la señorita y ella me mandó a la oficina de Policía Internacional.

Le entregué todos mis papeles al amable oficial de la Policía Internacional, y éste me dijo que la única forma de salir del país era que en ese instante me faxearan el papelucho ese. Eran como las 10 de la noche, ¿dónde vas a encontrar un local de fax abierto en Santiago a esa hora?? Igual llamé a mi esposo a la casa, a ver si por lo menos le podía leer el formulario al Policía. Riiing, riiing, no estaba en la casa. El muy… ni bien me voy yo él también se arranca. De la oficina no se podía llamar a celular, yo no tenía celular todavía, los teléfonos públicos estaban en el segundo piso del aeropuerto, abrí mi cartera y sólo tenía dólares y 50 pesos insuficientes para hacer una llamada, en la casa de cambios había una colaza, faltaban 20 minutos para que salga mi vuelo, ya habían llamado para embarque hacía rato…

Estaba a punto de echarme a llorar en plena oficina de la Policía Internacional cuando en eso se me iluminó el cerebro. Estábamos 7 de noviembre, yo había llegado a Santiago el 18 de setiembre, por consiguiente, por más que ya hubiera iniciado los trámites para mi residencia, no habían pasado aún los noventa días que te permiten quedarte en Chile como turista. Con mi pasaporte en la mano enseñándole las fechas le dije todo esto al policía y se quedó mudo. Yo tenía razón.

- Eteeee, ya señora está bien, puede salir, pero que no se repita, eh??

Volé realmente a mi sala de embarque y fui la última que subió al avión, casi llorando del alivio. Al día siguiente tuve mi brunch en Lima, todo salió maravilloso y a las 6 de la mañana del lunes estaba nuevamente en el aeropuerto de Santiago con el tiempo justo para ir a mi casa, bañarme y volar a la oficina, sin haber pegado un ojo en toda la noche.

Dos semanas después, el 21 de noviembre, tenía que repetir la misma historia en el aeropuerto. Pero esta vez viajaría con mi esposo y a él le acababa de salir la residencia lo cual me daba algo de tranquilidad. Pero más vale prevenir que lamentar así que por si acaso me fui al aeropuerto con un folder donde tenía absolutamente toooodos los papeles que me vinculaban a Chile, mi contrato de trabajo, mi título profesional, el contrato de arriendo del departamento, el bendito formulario celeste, y mi última opción: el parte de mi matrimonio con fecha 22 de noviembre, para que dado el caso de que no me quieran dejar salir nuevamente ponerme a llorar parte en mano diciendo “Por favor déjenme salir, me caso mañana, buaaaaaaaaaaa!”

Felizmente no fue necesario el llanto, bastó con presentar el pinche formulario celeste y pude salir sin problemas y menos de 24 horas después estaba parada frente a un altar diciendo “Sí, acepto”. Ojerosa, cansadísima, pero feliz.

Nuestra boda fue muy bonita, fue hermoso compartir esas horas con la familia, los amigos, pero fue triste también, no sólo era nuestra boda, era también nuestra despedida del Perú. Tuvimos una luna de miel maravillosa en San Andrés y Bogotá donde pudimos por fin descansar de esos meses tan ajetreados y con tanto stress, y finalmente regresamos a Santiago, ahora sí casadísimos por todas las leyes y dispuestos a empezar nuestra vida, ya más tranquilos.

Así empecé en Santiago, podría contarles muchas más cosas pero no terminaría nunca. Ahora recuerdo esas épocas con cariño, cuando recién llegué y dormimos tres semanas en una camita de plaza y media, cuando nuestro televisor estaba encima de su propia caja que servía como mesita, cuando lo único que había en la sala era un árbol de navidad porque no importaba no tener aún juego de sala ni de comedor, pero no podía faltar el árbol en nuestra primera Navidad juntos en Chile. Son cosas que te unen, que te hacen crecer.

Claro que no todo fue color de rosa, el problema de adaptación trajo rebote y el hecho de perder mi trabajo en junio no ayudó mucho y la segunda mitad del 2004 fue una época tan triste en mi vida que prefiero olvidar y borrarla totalmente de mi memoria. Pero las penas vienen y van y desaparecen y ahora que miro hacia atrás veo que a la larga todo nos sirvió para crecer, para madurar, para hacernos cada vez más fuertes, tanto como pareja como individualmente. Y también ayudó mucho tener amigos, gracias a Dios tenemos muchos amigos, peruanos también, más o menos de nuestra misma edad, el mismo tiempo de casados, con hijos chicos, etc. Ellos son nuestra familia acá.

En conclusión, migrar no es fácil, pero se te hace más fácil si es que uno busca adaptarse al país y no pretende que sea el país el que se adapte a ti. Chile en particular no es fácil cuando eres extranjero, es difícil encajar, hacer amistades. Pero cuando las haces son amigos muy buenos, con un sentido del humor genial, es gente muy divertida, muy directa a veces, pero son buenos amigos.

Para terminar quería rescatar un comentario que me dejó hace un tiempo un lector uruguayo llamado Nacho. El vive en Santiago y me dio una descripción de la ciudad tan buena, que no quise que su comentario se perdiera, así que aquí lo pongo:

“No es fácil Santiago, no? de primeras es una ciudad fría, como las montañas que la circundan; los códigos sociales santiaguinos, el humor negro, esa cosa chilena que ya debes haber notado, de vivir todo de forma dual, de discursos dobles, de caretas. No entra de una Santiago, quedas maravillado por la nieve de los cerros y los fríos cristales de sus edificios, por esa estética limpia y ordenada; es una ciudad linda y distante, como esa chica que jamás te dio bola... te sientes afortunado pero presientes que es un lugar que no te va a cuidar.

Hasta que un día te atreves a vivir la ciudad como santiaguino, prestas atención a los mensajes, y aunque en otro tono, te das cuenta que se habla lo mismo que en Lima o Buenos Aires; todos se preocupan por lo mismo, y cuando entiendes la tonada, y captas lo que hablan, te das cuenta que están en lo mismo.... porque somos humanos.

Y Santiago aunque pareciera que nunca termina de derretirse para convertirse en un lugar cálido, un día el sol radiante en el cielo limpio de Providencia, o en el San Cristóbal después de la lluvia, una sesión de risas y alcohol con amigos y duelos de humor negro; un café en el Forestal, esa sensación de vivir en un lugar estable, el olor a pasto mojado, las hojas de colores en otoño, los conciertos que no llegan a todas partes, el metro (ahora semi colapsado), el culto diálogo de muchos chilenos, sobre filosofía, sobre política, historia; los parques el fin de semana, el tecito té club con algún amigo mientras afuera cae agua en baldes, y sientes que la ciudad se te mete en el alma, que es tu hogar, el que no pudo ser allá, y el que no es perfecto acá; pero con penurias y tiempo, Santiago te ofrece su mano helada, y cuando la tomas, y entiendes a esta ciudad te queda marcada, y le tomas cariño."

Y yo estoy totalmente de acuerdo…

Ahora sí, terminé.

FIN

40 comentarios:

PasajeraEnTransito dijo...

Que lindo has relatado todo! Hay cosas con las que me identifico plenamente, ese sentimiento de soledad pero a la vez fortaleza que nace en una pareja que esta "sola"en otro pais. En mi caso, nuestras familias tampoco viven cerca sino a miles de kilometros y si algun dia discutimos es mejor solucionarlo porque no hay un lado seguro a donde voltear. Yo solo conzco Chilenos "exiliados" como yo, es mas, una de mis mejores amigas es una chilena divina a la que me hiciste rcordar cuando dijiste que andabas "muy digna" caminando con un calzoncillo de tu esposo. Y lo que te dice el Uriguayo se lee muy real, aplicable a cualquier pais la verdad, una vez que ya agarras la tonada puedes bailar sin problemas.
Suerte con todo Ursula.

Ana dijo...

Me siento identificada 100% con lo que has escrito, porque nunca fue mi meta irme del país, asi que de alguna manera, por más que sabía que lo haría..me chocó enormemente y me choca aún algunas veces.

Muy importante es el apoyo mutuo, el amor, que hace que uno se mantenga unido..porque como tu bien dices, no esta la familia o la amiga entranable que te va a escuchar si o si.

Me gustó el relato y sobre todo la sinceridad con la que nos cuentas como fue tu experiencia..
conosco Santiago y ...vaya que si, concuerdo tambien con el comentario que te dejo aquella vez Nacho.

saludos!!

Mi Chebas dijo...

Un taxista chileno me dijo una vez "Las mujeras chilenas para la casa, los hombres chilenos para la guerra, pero como no hay guerra me toca el taxi po". Y es cierto, los incas sólo llegaron hasta los mapuches, el virreynato en chile fue súper débil y en general tienen tan solo 3 fronteras y les encanta pelearse con las 3 (si pudieran pelearse con los pescados del mar, lo harían les bromeo yo). Pero son muy competitivos, no les gusta perder. Igual son grandes amigos y recultos...

Anónimo dijo...

No que iba a ser kilométrico?

A mí me quedó chiquito.

Cuenta más!!! Y después??? Y ahora???

Besitos.

Rocío dijo...

Ursu, me gustó mucho.

La verdad es que la vida siempre está llena de cambios, cambios en los cuales uno crece, como bien dijiste.

Un abrazo desde mi lluvioso Caribe.

El Doc dijo...

Preciosa historia, Ursu. Sobre todo cómo, aunque al inicio es difícil, con muchas ganas y mucho esfuerzo y mucha entrega mutua, salieron adelante a donde están ahora.

¡Felicitaciones, maestra!

El perro andaluz dijo...

Oye Ursu, ¿y cómo fue que te fuiste a vivir a Chile?, jajajaja.
Increible lo que cuesta adaptarse a un país que no es el tuyo por muy cerca que esté y aún hablando el mismo idioma. Por otro lado, la historia de tu boda ha sido tan trepidante que parece haberse realizado como si fuera una película de Chaplin.
Linda historia.
Un besote.

Julio Cesar dijo...

:D

La Gata de sus tejados dijo...

lindi tu post :) jejee la verdad muy bonito, me gustó bastante porque en toda tu odisea del inicio se nota toda la emoción (positiva y negativa a la vez) de estar en toda la locura, en todos los trámites y en toda la adrenalina.
Me encanta tu historia, de verdad, y no se me hizo kilométrico el post, en realidad se me hizo muy interesante :)
Ahora recuerdas las épocas con cariño y ahora estás en otra etapa, ahora estás anidando en tu propia casa y eso es genial :)
Linda historia Ursu, lindo post y muchas felicidades y suerte con tus aventuras próximas
Un beso!

Patricia dijo...

Que linda tu historia! Me identifico muchisimo con muchas cosas que pasaste. Yo tampoco podia hacer la tipica de "me voy donde mi mama", ni tenia amigas para llorar en su hombro. Son dificiles los primeros meses de casados, de verdad, y sumandole el cambiar de pais, aun mas dificiles, pero como tu dices, como que te unen mas con tu pareja.

ysraelg7 dijo...

Uuuuyy.... yo me acuerdo mucho cuando mi primo llegó a lima desde Arequipa y preparó su salida del Perú hacia Canadá... fue toda una odisea para él, para mi casa y pára toda la familia...

Pero indudablemente tu historia, fue tu propia historia....lindo post, algo chiquito, pero muy bello al fin y al cabo.

Sólo me queda decirte que tu odisea empiedrada, fue mas grande que la de mi primo... eso recuerdo.

Cuídate mucho.

besotes.

Dragón del 96 dijo...

Me ha dado mucha gracia leer algunas cosas, como que saliste sin ropa interior o que casi shoras para salir de Chile. Pero lo bueno es que ya estas acostumbrada a allá y ya hasta puedes salir a darte tu vuelta, rompiendo sardineles y demás con el auto.

Como es posible que hayas llegado 12 veces primera a mi blog... y yo hasta ahora... ñangas!

Slaudos.

Jocho dijo...

oooooooooh bacan!!
(el relato... me daria mucha cosa irme a vivir a otra ciudad aunque quisiera hacerlo xD que raro no?)

joooooooo yo dije que no fue tan larga la primera parte pero eso es lo de menos no? besos!!!!!

Anónimo dijo...

Ursula; gracias por el comentario y luego de leer el mismo leo tus posts sobre Santiago, estoy de acuerdo con mucho de lo que dices y con el comentario de Nacho también; yo no vivo en Santiago pero he viajado tanto a esta ciudad durante los últimos 3 años que la conozco en algo y si pues, es dificil pero como todas tiene su encanto, es cuestión de buscarlo.

Nos leemos.

Unknown dijo...

Me ha dado mucha ternura todo tu relato mi querida Ursu, además de darme mucha risa sobre tus "chones" o mejor dicho que no tenías chones jeje! No hay duda que eres una mujer intrépida (por lo del aeropuerto)inteligente, y muy divertida.

Que bueno que sigas con tus sueños y junto a quien mas amas.

Un bso grande

markín dijo...

Tienes tu perfecta boda de novela, hasta con el suspenso.
-Llegará?...
-la dejarán salir del aeropuerto?...
-le enviarán el fax?
- qué hará sin chonas?

y prosigue la historia...
-dónde dormirá ursulita esta noche?

Un conjunto de desenlaces, y es grato llegar al "y vivieron felices allá en Santiago".

La Segunda parte, viene ahora... echar raices en tierra ajena. Tierra que ahora se hace nuestra de a poco.

Hasta pronto.

darling dijo...

Ha sido una crónica de migración preciosa mi querida amiga. Escribes tan lindo. Tienes la obligación moral de hacer algo grande con tanto talento.

Carlos Caillaux dijo...

Complemento perfecto para el primer capítulo de tu "cambio de país".
Ursula, Un abrazo y prosigue regalando a tus lectores mensajes tan cálidos como estos.

Anónimo dijo...

Increible experiencia la de tu matrimonio, con cambio de país incluido. Lindos recuerdos que atesorar y recordar.
Para mi también el cambio de país fue dificil porque era muy chica, pero rápidamente conocimos personas muy acogedoras y que nos dieron su amistad.
Felicitaciones por tu nueva casa. No dejes de contarnos sobre tu jardín y si te animaste a tener un perro.
Cariños

x1 dijo...

Nice; en verdad me gusto mucho el post.

Y como dice Markin, si te pones a pensar tu boda fue de telenovela, con todos los elementos de suspensio incluidos :)

RacuRock dijo...

todo un historion... si cuento el mio de peru a canada no es ni la mitad del tuyo jejeje.. suerte en Chile

schatz67 dijo...

Pucha, se borró mi comentario anterior.

Yo nunca he migrado a ningun lado.He viajado muchisisisimo pero mis estadías más largas han variado entre el mes y un año completo. Por más extenso que sea el período sabes finalmente que vas a regresar pues tu proyecto de vida te reclama en tu país y no en tu destino circunstancial.Distinto al caso de los que se van pues tienen un proyecto de vida por empezar afuera -como es tu caso- o saben que no deben regresar de ninguna manera pues aquí no tienen ninguna oportunidad de salir adelante(como es el caso de la mayoría de peruanos que sale).

Me he reído mucho con tus olvidos, he reflexionado sobre tu visión del desarraigo e imagino lo difíciles que deben haber sido algunos momentos de tu estadía mapochina.Escribes lo que sientes y esa correspondencia genuina ya quisieran tenerla muchas personas que venden en este mundo virtual imágenes que simplemente no existen en el mundo real.

Por todo eso te haz ganado un almuerzo a toda mecha en el restaurante del Tío Darío.Avisa cuando vienes pé.

Un abrazo

Don Schatz

Claudia dijo...

Que increible como somos de un pais y terminamos viviendo en otro en el cual jamas nos imaginamos estar, verdad? Finalmente te das cuenta que la vida da muchisimas vueltas y que los paises y las culturas si bien tienen elementos que nos diferencian los seres humanos nos encargamos de acortarlas porque todos tenemos el dia a dia que nos hace normales, a pesar de los dichos, de las formas de expresarse, de lo abierto o cerrados que seamos, de lo efusivos o frios ...

Me fascino tu post ... la vara queda cada vez mas alta.

Un Beso!

Anónimo dijo...

Bueno Ursulix.... toda una aventura el cambio de vida, país, amigos, "familia", vecinos, comida (te falta tocar ese tema.. jejeje) costumbres, rutinas, caseros, etc... tienes mucho que escribir... y me encanta.
Un beso, cuidate mucho y saludos..
LuChopp

Gabriel dijo...

A mí en el último año me ha dado la rara impresión de que chilenos y peruanos nos parecemos MÁS DE LA CUENTA. Mi experiencia no ha sido tan fuerte jjejej no hubo boda, y muy pronto tuve un círculo de apoyo. Algún día redactaré mi aterrizaje en Condoritolandia.

Acitsonga dijo...

Suscribo todas y cada una de las lisonjas previamente expresadas sobre este post . Alguna vez tambien comparti contigo mis avatares para adaptarme a este pais... Te entiendo al 1,000%
Por cierto, mañana vere POR FIN a nuestro idolo Mozz, ya te cuento.

monich dijo...

Jijiji...Lo que no saben tus fans es que yo me enteré de la historia personalmente y con un par de chelitas de por medio allá en Santiago...

Muchos besos,

Anónimo dijo...

que lindo lo has contado dios quiera que se mantengan unidos por lo siglos de los siglos exitos ...linda historia

Ceci dijo...

Que bonita tu historia!!!...super emocionante, especialmente la hora del aeropuerto jajajaja...que bueno que te acordaste eso de los 90 dias!!!

Me maté de la risa cuando contaste que la segunda vez llevaste tu parte como una opción de "suplicatorio" jajajaja

Realmente linda la historia, un beso

Mi Angel de la guarda dijo...

la primera parte la leí y me quede con las ganas de leer todo, que chevere que hiciste la segunda parte para terminar la historia de esta migración a chile.
el post como lo contaste, me parecio muy bonito y muy sincero, me mate de la risa en algunas partes, lo último lo que te escribo nacho, me parecio bueno...
un gran abrazo
besitos primaverales
alas,...

Esther dijo...

¡Madre mía! Leí y leí y ¡qué locura! De veras que sería para volverse loca; sólo de imaginarme en la misma situación, no sé si lo aguantaría. Pero, qué bien que todo al final saliera bien.

Sobre lo que dices de los chilenos, de la forma de hablar, es verdad. En mi país, pusieron una serie chilena, llamada "Machos". No parecía estar mal, pero, es que intentabas verla y no entendías nada de nada o pocas cosas; así que al final acabamos aburriéndonos.

Un saludito.

PasajeraEnTransito dijo...

Ursula! revisa tu email que te he mandado un request.
besos

Ursula dijo...

Petisita: Creo que todas las que vivimos lejos de nuestro país un poco como que tenemos la misma historia no?? Y en cuanto a los chilenos, me he dado cuenta de que aquellos chilenos que han tenido la experiencia de vivir fuera de su país, son mucho más abiertos que aquellos que nunca han salido de Chile.

Ana Lucía: Sí, a mí de pronto me asaltaban unas dudas existenciales. ¿Qué hago acá??, Este no es mi país, yo no pertenezco acá!!! Tienes que tener muy claro tus perspectivas y el amor es muuuuy importante.

Chebas: Así es, los chilenos son muy competitivos, por algo están donde están. Pero una vez que los conoces bien te das cuenta que pueden ser tan buenos amigos como cualquier compatriota.

Danza: Te quedó chiquito?? Bueno, lo que viene después ya está en cierta forma plasmado en este blog donde cuento mi día a día.

Rocío: Así es, la vida está llena de cambios. El truco está en saber adaptarse.

Doc: Gracias, sí, el comienzo fue difícil, pero poco a poco las cosas fueron mejorando.

Perrito: Ja, ja!, si no??, me imagino la historia de mi boda filmada en blanco y negro.

Julio César: =)

Gata: Gracias, realmente ha sido bonito recordar todo eso, ya han pasado 4 años y lo ves desde otra perspectiva.

Patricia: Sí que son difíciles!, sobre todo si no conoces a nadie más que a tu esposo. Creo que esa fue la primera gran prueba que tuvo que afrontar nuestro matrimonio. Pero la pasamos!

Ysrael: Es que cambiar de país es realmente toda una odisea. Es dejar tu vida para comenzar otra.

Dragón: Sí pues, me costó pero ya me adapté totalmente. Aunque uno nunca deja de extrañar su país.

Jocho: A mí también me daba mucha cosa el hecho de siquiera pensar en salir del Perú… y mira pues…

Peregrino: Claro, cuesta un poquito entender a Santiago, pero como dice Nacho, una vez que le agarras la tonada, le tomas cariño.

Fiore: Ja ja!, ya perdí la vergüenza contando esa anécdota creo, ja ja…

Markin: Si no??, podrían hacer una película!!! (fuiiiiiira)

Darling: Gracias amiga, me emocionas!!

Carlos: Gracias!, me alegra que te haya gustado la historia.

Tizia: Sí, los amigos son básicos en el proceso de adaptación. Ya te estaré contando más cosas sobre la casa!

Cloud: Ja ja, si pues, toda una película de suspenso la historia de mi boda.

Racu: Pero tu historia deberás tener también no??. Anímate a contarla!

Schatz: Gracias, apuntado el almuerzo entonces, lo que no se es cuando!

Claudia: Exacto, al final nos damos cuenta que todos somos iguales, cuando sales de tu país creo que lo notas más.

Luchopp: sí pues, toda una aventura. La verdad es que no he sufrido tanto con la comida acá. Sigo comiendo comida peruana, los ingredientes mal que bien los encuentras así que no ha sido tanta tragedia para mi ya que casi ni como comida chilena.

Gabo: Si, a la larga nos parecemos bastante. Si somos países vecinos!! A ver cuando cuentas tu historia.

Acitsonga: Gracias!, tú también vives fuera del Perú y sabes lo que se siente. Y viste a Morrissey??? Lo máaaaaaaaaaaaximo!! Me imagino que debes haber disfrutado el concierto como loca, yo quiero que regrese a Santiago!!!

Monich: Claro querida amiga!!, a ver cuando se repite la visita.

Anónimo: Gracias!, y sí Dios quiera….

Ceci: Ja ja!, después que me dejaron pasar migraciones sin problemas y estaba en la sala de espera con mi esposo, vi toooodos los papeles que había llevado, incluido el parte y no sabes el ataque de risa que me dio. Creo que fue la liberación de tantos nervios acumulados.

Angel: Gracias! Qué bueno que te gustó la historia.

Esther: Ja ja!, justo cuando yo llegué estaba de moda esa serie, pero nunca la seguí. Pero es cuestión de acostumbrarse nomás, ahora después de 4 años entiendo perfectamente todo lo que dicen, es otra forma de hablar nomás, como los peruanos, o los españoles, o los mexicanos, etc.

Peti: Ya te respondiiiiiiii!!! He estado desconectada desde el miércoles y recién reviso mis mails.

Saludos!

Anónimo dijo...

¡Recién puedo leer tu post! Me encantó, igual que el anterior. Se te extrañó todo este tiempo, Úrsula!!! Tu blog es uno de los primeros que descubrí y siempre lo leo.
Un abrazo,

Marea dijo...

Si carajo acostumbrarse a vivir en otro país es de valientes, no hay nada como tu tierra. Saludos.

Ursula dijo...

Blue Girl: Que bueno que te haya gustado, y mil gracias por leer siempre mis aventuras!

Marea: Sí pues, no hay nada como tu país, pero quienes no vivimos en él no nos queda otra que acostumbrarnos.

Besos

Yani dijo...

Hola Ursula! Volvíste! (Volví) Que bueno!
Besos,
Y

Patricia dijo...

Para nosotros fue muy triste tu partida, pero sabemos que fue un paso adelante,tu post me ha hecho recordar todos esos momentos, me da gusto que ya te hayas adaptado al país,pero como estoy ahorita pasando unos momentos similares,comprenderás mi pena.

Patricia dijo...

Creo que exageré, los momentos similares guardan distancias.
Además me olvidé de mandarte besos.
Cariños

Ursula dijo...

Yani: Hola!!, ahora te visito...

Patricia: No estés triste, todas las cosas siempre se dan por una causa, cuesta acostumbrarse eso sí, pero ya sabes que tus hijos siempre estamos contigo, así ya no vivamos en la misma casa. Besos inmensos para tí.